Cuando recibí la invitación para hacer este texto me dijeron que tenía libertad de escribir lo que quisiera pues "al fin y al cabo casi nadie lo va a leer por que la mayoría de la gente toma una desición a partir de las fotos, el precio y el número de habitaciones, y la neta el lugar casi casi se vende solo... checa las fotos de referencia" (sic).

En otro correo me pidieron que tomara en cuenta la idea con la que Paramero fue concebido: departamentos para gente que quería combinar la experiencia del mar con la generosidad y efervescencia de una ciudad joven.

Es todo.

Ah sí, al final remataron con “tu viviste en Cancún, ¿no? Inspírate de tu experiencia" (sic).

Y pues sí, lo peor de haber vivido en Cancún es eso: que viví en Cancún. Ya no estoy ahí. Les respondí que quería un trueque: unos cuantos párrafos a cambio de un par de noches en Paramero para "vibrarlo".

Aceptaron y ahora escribo desde aquí, en el quinto piso. No les voy a mentir, estoy llorando. Olvídense de la inspiración, creo que voy a mudarme de regreso. Del aeropuerto a aquí me di cuenta que la ciudad creció con planificación y órden. Además extraño tener el mar a unas cuadras. Y no nada más es el mar, es el Caribe.

No me voy a extender demasiado. Vean las fotos (y los precios...) Enamórense -o reenamórense como yo- Cuando se animen, no me lo agradezcan, solo pasen a saludar. Soy el hombre alto con bigote, bronceado y con una sonrisa infinita.